En la antigüedad, los egipcios se dedicaron al estudio de los cuerpos sutiles del hombre, contenidos uno dentro del otro de forma cada vez más sutil. Hasta el punto de que, conscientes de la supervivencia de los elementos sutiles en la materia, dispusieron un complejo arte funerario en el que lo mas importante era el acto del embalsamamiento.
Como después demostraron las minuciosas clasificaciones de la escuela teosófica, los egipcios distinguían:
De forma similar, el pensamiento tántrico, además del físico, reconocía un:
Completamente similar en forma y dimensiones al físico, es la fuente del que este extrae la energía vital, procedente del sol, y todas las sensaciones físicas que retransmite a través de los nadi y los chakras. Una vez satisfecha la necesidad energética del organismo, elimina los excesos en unos flujos de unos dos centímetros que constituyen el aura etérica, fotografiada por primera vez por el matrimonio Kirlian en los años treinta.
El aura ejerce sobre el físico una acción protectora, impidiendo que la agredan los agentes patógenos y rechazando la negatividad enviada voluntariamente por algún operador de lo oculto. Sin embargo, cuando, a causa del estrés, una dieta inadecuada o pensamientos y emociones negativas, estos filamentos se curvan y enredan hasta ocasionar grietas en el tejido áurico, la enfermedad y la negatividad logran atravesar las barreras protectoras, instalándose en el cuerpo, mientras que la perdida de la fuerza vital, como el agua a través de una grieta, hace descender el nivel energético y vibratorio de manera en ocasiones preocupante.
Pero aun es posible intervenir gracias al efecto terapéutico del pensamiento positivo, capaz de reparar las fisuras y restablecer el tono energético. Además, dado que la radiación de las plantas esta muy próxima a la del cuerpo etérico (de ahí la eficacia de los preparados terapéuticos de las herboristerías), podrán obtenerse pequeños milagros energéticos simplemente caminando con los pies descalzos sobre la hierba o sentándose con la espalda apoyada sobre un tronco.
El Cuerpo Astral
Es la sede de los sentimientos, las emociones y los rasgos del carácter. Su aura es ovoidal, que puede llegar a superar incluso varios metros el cuerpo físico: se cuenta que el aura de Buda extendía a lo largo de casi cuatro kilómetros.
Además de los constantes cambios de carácter, detectables como colores estables y predominantes, el cuerpo astral registra las emociones más fugaces. La mayor parte de los bloqueos emotivos, que arrastramos desde vidas anteriores y con los que nos vemos obligados a enfrentarnos, se alojan, en el cuerpo astral, en la zona del plexo solar.
El Cuerpo Mental
Todo pensamiento, idea o percepción intuitiva se deriva del cuerpo mental. Se trata de un ovalo de materia cada vez mas sutil, de un color blanco lechoso en los seres poco evolucionados, y mas intenso y luminoso a menudo que el nivel de conciencia tiende a aumentar.
El Cuerpo Espiritual
De todos los cuerpos energéticos, es el que presenta una frecuencia vibratoria mas elevada. En los seres poco evolucionados, se encuentra a una distancia de un metro, mas o menos, del cuerpo físico, mientras que en quienes han “despertado” puede extenderse hasta varios miles, adoptando la forma de un circulo perfecto. Gracias a el podemos experimentar una sensación de comunión con los demás seres, con la naturaleza y con todo el universo.
Nos permite sentir la presencia de lo divino dentro y fuera de nosotros; permitiéndonos participar de su designio, del que somos un fragmento significativo. Es la chispa divina presente en nosotros, destinada a acompañarnos a lo largo de todo el trayecto evolutivo a través de la rueda de los renacimientos.
Cada uno de estos cuerpos, del más denso al más sutil y puro, posee unas características y frecuencias vibratorias propias. El eterico, al estar mas cerca del físico, vibra a una frecuencia mas baja; le siguen el astral y el mental, cada vez mas sutiles y rápidos, hasta llegar al cuerpo espiritual, el menos denso y elevado.
Pero tampoco aquí hay nada inmutable; el estado energético de los cuerpos sutiles puede variar, así como su extensión, calidad y luminosidad. Si los pensamientos negativos, la ansiedad, los miedos, los contactos con personas y ambientes de baja calidad energética influyen negativamente en el estado de los cuerpos sutiles, del mismo modo que el desarrollo espiritual del ser, mediante la practica de las asanas, los mantra, la meditación o gracias al contacto con personas y lugares elevados, modifica positivamente su frecuencia.
Los nadis
En este sistema energético, parecido a una llanura regada por una red de cursos de agua, los nadi (en sánscrito, “vena” o “canal”) forman una especie de red de canales de conexión. Su función es la de transportar el prana, la energía vital que los chinos denominan Chi y los japoneses Ki, a través de las diversas estructuras sutiles del hombre.
Los nadis de cada cuerpo energético están conectados con los del cuerpo energético inmediato: el etérico con el astral, el astral con el mental, etc. Por ello, con la muerte del físico sus contrarreplicas inmateriales, impregnadas también de energía vital de frecuencias cada vez mas sutiles, tardan mas tiempo en disolverse: tres días el etérico, tres meses por lo menos el astral y varios años los otros dos.
De los setenta y dos mil nadi legados por la tradición, tres revisten una importancia fundamental. Se trata del canal central Sushumna, en torno al cual, una vez alcanzado el equilibrio energético, se entrelazan las dos polaridades laterales: Ida, la energía femenina, nocturna, húmeda, lunar, yin, y Píngala, la energía masculina, diurna, seca, caliente, solar, yang, que vuelven a subir, con un itinerario curvilíneo parecido al de las serpientes enroscadas alrededor del caduceo de Mercurio, para empezar de nuevo desde el primer chakra, Muladhara, hasta los orificios nasales, donde reciben el alimento pránico a través de la respiración.
Pongamos el ejemplo del péndulo. En movimiento, oscila de un lado a otro, vibrando entre los dos polos horizontales, el derecho y el izquierdo. Por otra parte, dado que también posee una polaridad vertical, la energía se transmite desde el eje hacia abajo. Aun así, bastaron que el movimiento se detenga para que los dos polos horizontales, derechos e izquierdos, se anulen, de modo que la energía enviada hacia abajo se vea obligada a volver ascendiendo a lo largo del péndulo. Esto es lo que ocurre en el sistema energético de los tres nadi. Al alcanzar Ida y Pingala el estado de equilibrio, la energía sutil Kundalini asciende a lo largo del eje central hasta alcanzar el chakra superior, Sahasrara, la puerta hacia el absoluto del que procedemos.
Fuente Principal : KuartaDiemension.com.ar
e-mail: info@kuartadimension.com.ar
Como después demostraron las minuciosas clasificaciones de la escuela teosófica, los egipcios distinguían:
- El cuerpo físico (khat) de su sombra (kha), a los que añadían
- El alma (Ba),
- El intelecto (khu) y
- El corazón (ab).
De forma similar, el pensamiento tántrico, además del físico, reconocía un:
- Cuerpo etérico,
- Cuerpo astral,
- Cuerpo mental
- Cuerpo espiritual.
Completamente similar en forma y dimensiones al físico, es la fuente del que este extrae la energía vital, procedente del sol, y todas las sensaciones físicas que retransmite a través de los nadi y los chakras. Una vez satisfecha la necesidad energética del organismo, elimina los excesos en unos flujos de unos dos centímetros que constituyen el aura etérica, fotografiada por primera vez por el matrimonio Kirlian en los años treinta.
El aura ejerce sobre el físico una acción protectora, impidiendo que la agredan los agentes patógenos y rechazando la negatividad enviada voluntariamente por algún operador de lo oculto. Sin embargo, cuando, a causa del estrés, una dieta inadecuada o pensamientos y emociones negativas, estos filamentos se curvan y enredan hasta ocasionar grietas en el tejido áurico, la enfermedad y la negatividad logran atravesar las barreras protectoras, instalándose en el cuerpo, mientras que la perdida de la fuerza vital, como el agua a través de una grieta, hace descender el nivel energético y vibratorio de manera en ocasiones preocupante.
Pero aun es posible intervenir gracias al efecto terapéutico del pensamiento positivo, capaz de reparar las fisuras y restablecer el tono energético. Además, dado que la radiación de las plantas esta muy próxima a la del cuerpo etérico (de ahí la eficacia de los preparados terapéuticos de las herboristerías), podrán obtenerse pequeños milagros energéticos simplemente caminando con los pies descalzos sobre la hierba o sentándose con la espalda apoyada sobre un tronco.
El Cuerpo Astral
Es la sede de los sentimientos, las emociones y los rasgos del carácter. Su aura es ovoidal, que puede llegar a superar incluso varios metros el cuerpo físico: se cuenta que el aura de Buda extendía a lo largo de casi cuatro kilómetros.
Además de los constantes cambios de carácter, detectables como colores estables y predominantes, el cuerpo astral registra las emociones más fugaces. La mayor parte de los bloqueos emotivos, que arrastramos desde vidas anteriores y con los que nos vemos obligados a enfrentarnos, se alojan, en el cuerpo astral, en la zona del plexo solar.
El Cuerpo Mental
Todo pensamiento, idea o percepción intuitiva se deriva del cuerpo mental. Se trata de un ovalo de materia cada vez mas sutil, de un color blanco lechoso en los seres poco evolucionados, y mas intenso y luminoso a menudo que el nivel de conciencia tiende a aumentar.
El Cuerpo Espiritual
De todos los cuerpos energéticos, es el que presenta una frecuencia vibratoria mas elevada. En los seres poco evolucionados, se encuentra a una distancia de un metro, mas o menos, del cuerpo físico, mientras que en quienes han “despertado” puede extenderse hasta varios miles, adoptando la forma de un circulo perfecto. Gracias a el podemos experimentar una sensación de comunión con los demás seres, con la naturaleza y con todo el universo.
Nos permite sentir la presencia de lo divino dentro y fuera de nosotros; permitiéndonos participar de su designio, del que somos un fragmento significativo. Es la chispa divina presente en nosotros, destinada a acompañarnos a lo largo de todo el trayecto evolutivo a través de la rueda de los renacimientos.
Cada uno de estos cuerpos, del más denso al más sutil y puro, posee unas características y frecuencias vibratorias propias. El eterico, al estar mas cerca del físico, vibra a una frecuencia mas baja; le siguen el astral y el mental, cada vez mas sutiles y rápidos, hasta llegar al cuerpo espiritual, el menos denso y elevado.
Pero tampoco aquí hay nada inmutable; el estado energético de los cuerpos sutiles puede variar, así como su extensión, calidad y luminosidad. Si los pensamientos negativos, la ansiedad, los miedos, los contactos con personas y ambientes de baja calidad energética influyen negativamente en el estado de los cuerpos sutiles, del mismo modo que el desarrollo espiritual del ser, mediante la practica de las asanas, los mantra, la meditación o gracias al contacto con personas y lugares elevados, modifica positivamente su frecuencia.
Los nadis
En este sistema energético, parecido a una llanura regada por una red de cursos de agua, los nadi (en sánscrito, “vena” o “canal”) forman una especie de red de canales de conexión. Su función es la de transportar el prana, la energía vital que los chinos denominan Chi y los japoneses Ki, a través de las diversas estructuras sutiles del hombre.
Los nadis de cada cuerpo energético están conectados con los del cuerpo energético inmediato: el etérico con el astral, el astral con el mental, etc. Por ello, con la muerte del físico sus contrarreplicas inmateriales, impregnadas también de energía vital de frecuencias cada vez mas sutiles, tardan mas tiempo en disolverse: tres días el etérico, tres meses por lo menos el astral y varios años los otros dos.
De los setenta y dos mil nadi legados por la tradición, tres revisten una importancia fundamental. Se trata del canal central Sushumna, en torno al cual, una vez alcanzado el equilibrio energético, se entrelazan las dos polaridades laterales: Ida, la energía femenina, nocturna, húmeda, lunar, yin, y Píngala, la energía masculina, diurna, seca, caliente, solar, yang, que vuelven a subir, con un itinerario curvilíneo parecido al de las serpientes enroscadas alrededor del caduceo de Mercurio, para empezar de nuevo desde el primer chakra, Muladhara, hasta los orificios nasales, donde reciben el alimento pránico a través de la respiración.
Pongamos el ejemplo del péndulo. En movimiento, oscila de un lado a otro, vibrando entre los dos polos horizontales, el derecho y el izquierdo. Por otra parte, dado que también posee una polaridad vertical, la energía se transmite desde el eje hacia abajo. Aun así, bastaron que el movimiento se detenga para que los dos polos horizontales, derechos e izquierdos, se anulen, de modo que la energía enviada hacia abajo se vea obligada a volver ascendiendo a lo largo del péndulo. Esto es lo que ocurre en el sistema energético de los tres nadi. Al alcanzar Ida y Pingala el estado de equilibrio, la energía sutil Kundalini asciende a lo largo del eje central hasta alcanzar el chakra superior, Sahasrara, la puerta hacia el absoluto del que procedemos.
Fuente Principal : KuartaDiemension.com.ar
e-mail: info@kuartadimension.com.ar
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